[3/7/2002]
Llueve en todas las direcciones. De arriba, de abajo, de los costados. Llueve por adentro también, donde canillas imprevistas se abren sin haber dado antes señales de deterioro. Llueve en sitios en los que uno se creía protegido. Llueve bajo techo, bajo la cama, bajo cuerda, bajito. Llueve a pesar de los paraguas, las capuchas, los impermeables, las camperas, las bolsas de nylon, los recuerdos, los olvidos. Llueve aunque uno se distraiga mirando para otro lado. Llueve leyendo el diario, mirando la tele, trabajando, charlando en familia. Llueve en silencio y llueve con ruido. De todas las maneras posibles llueve, bajando aún más la sensación térmica.
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