[22/7/2002]
Pasaba un jarrón por la puerta de casa cuando el martillo, que es un atolondrado, salió sin mirar por dónde iba y lo rompió en mil pedazos.
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Tengo un martillo que no sirve para nada. Es un clavo.
Otro martillo, en cambio, de cabeza blanda y liviana, como gomaespuma, es ideal para martillarse los dedos, porque no duele.
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Un ejército de ingenieros y arquitectos logró dar a las paredes de mi edificio el mayor índice de permeabilidad al martillazo de todo el mundo. Cuando alguien, en cualquier departamento, pega un martillazo, el ruido alcanza simultáneamente y con igual intensidad todos los otros departamentos. El fenómeno, además, mantiene el anonimato del autor: imposible saber de dónde viene tal estruendo.
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