[6/6/2002]
En mi barrio debe haber setecientas cincuenta verdulerías. Los otros negocios decaen, cierran, caducan, se desmoronan, quiebran, se vacían, cambian de rubro, de dueño, de aspecto, se reciclan, desaparecen. Las verdulerías no. Las verdulerías permanecen firmes, aguantan el paso del tiempo, las crisis, las estaciones, reverdecen cada día, se ven prósperas, seguras, perennes, sólidas, verdaderos pilares de la comunidad. Es más, acaban de abrir una justo frente a mi edificio, y estoy seguro de que seguirá allí cuando todo lo demás haya muerto, llena de manzanas relucientes y naranjas pintarrajeadas.
Aquí pasa algo.
Barrio extraño, el tuyo. Las de mi barrio, en cambio, son más "argentinas": se funden y cambian de dueño cada dos meses.
ResponderEliminar