Aclaración del comentario anterior: es en la quinta foto, creo que hay una debajo de ésa (la penúltima) que no puedo abrir. Así que sería la antepenúltima.
Luisa: lo que le provoca tanto asombro o ensimismamiento al pasajero de anteojos es, como apenas se vislumbra en la foto, su propia imagen reflejada en el vidrio, en medio de la nieve. Supongo que con el blanco de fondo se vería a sí mismo como una especie de fantasma.
De paso, ¿por qué no podés ver la penúltima foto? Es un jpg como los otros. ¿Qué tendrá de raro?
Cada vez me intriga más conocer una foto del tren.
ResponderEliminarSe tratará de una adicción contagiosa?
ResponderEliminarEl tren es como el ojo, así que una foto del tren viene a ser imposible. Salvo en un espejo, donde ya no es el tren sino una representación.
ResponderEliminarEn fin, trato de zafar. ¿Se nota?
Se nota.
ResponderEliminarMe gustaría entonces una foto de la cámara, pero tomada desde fuera del tren.
No prometo nada, pero veremos qué se puede hacer...
ResponderEliminarTengo una intriga: en la penúltima foto, ¿qué es lo que le provoca tanto asombro o ensimismamiento al pasajero de anteojos?
ResponderEliminarAclaración del comentario anterior: es en la quinta foto, creo que hay una debajo de ésa (la penúltima) que no puedo abrir. Así que sería la antepenúltima.
ResponderEliminarLuisa: lo que le provoca tanto asombro o ensimismamiento al pasajero de anteojos es, como apenas se vislumbra en la foto, su propia imagen reflejada en el vidrio, en medio de la nieve. Supongo que con el blanco de fondo se vería a sí mismo como una especie de fantasma.
ResponderEliminarDe paso, ¿por qué no podés ver la penúltima foto? Es un jpg como los otros. ¿Qué tendrá de raro?
Es el fantasma.
ResponderEliminarDios hizo los trenes a su imagen y semejanza.
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