[3/5/2002]
Mide menos de un metro cincuenta. Tacos incluidos. Rulos teñidos de rubio también incluidos. Pasa junto a mí, sin veme parado en la calle a un paso de la vereda, preparado para hacerle señas al colectivo que viene. Está muy ocupada consigo misma, le lleva mucho tiempo y mucha energía mantenerse de una pieza. Recorre por el lado de afuera la hilera de autos estacionados, mientras busca y sacude unas llaves en la cartera.
El auto de ella es el más alto, una 4x4 roja, imponente, de escultor, para seis osos gordos. Cuando se sienta al volante, apenas se le ve la cabeza a través del parabrisas.
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