Tengo mucho trabajo que hacer, con o sin ganas, día tras día. Tengo una familia de la que ocuparme, porque así lo elegí. Tengo amigos, pocos pero buenos, a quienes quiero atender. Tengo que dormir la siesta, como sea, interrumpiéndolo todo. Tengo trámites pendientes, de los que me obligan a salir de casa o llamar por teléfono. Tengo que leer, por gusto y porque hay que hacerlo, diarios, libros, websites, email, con la pantalla en progresiva sustitución del papel. Y además, como si nada fuera suficiente, tengo que darle de comer al dragón.
[9/5/2012]
Sigo teniendo que darle de comer al dragón. Es, al mismo tiempo, lo mejor que hay y un esfuerzo doloroso. Pero no puedo parar. Después de todo, no es que yo sostenga al dragón sino que el dragón me sostiene a mí.
Sigo teniendo que darle de comer al dragón. Es, al mismo tiempo, lo mejor que hay y un esfuerzo doloroso. Pero no puedo parar. Después de todo, no es que yo sostenga al dragón sino que el dragón me sostiene a mí.
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