lunes, 14 de enero de 2013

El Gran Houdini

[14/1/2003]

El Gran Houdini se hundía rápidamente en un mar con mil metros de profundidad. Llevaba las manos atadas a los pies, los pies atados a la cintura, el cuello atado a las rodillas. Las sogas, a su vez, iban rodeadas por gruesas cadenas de las que tiraba una bola de acero, maciza, con un peso de dos toneladas. Todo, Houdini y las sogas y las cadenas y la bola de acero, bajaba rodeado por una jaula estrecha, un cubo de un metro de lado, hecha con barrotes gruesos y soldados entre sí por expertos insobornables.

—Por fin —pensó el Gran Houdini— una situación de la que no puedo salir.

Y se relajó para disfrutar de la nueva sensación.

8 comentarios:

  1. Comentario inoportuno, por cierto. Saludos. N.

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  2. Eduardo: aunque no lo creas, ésa era la idea inicial del cuento. Pero yo nunca hubiera podido escribirla así. Me encantó.

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  3. Nicolás: ¿cuál es el comentario inoportuno? ¿Por qué?

    Luisa: no, claro que no la hubieras escrito así, sino mucho mejor.

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  4. No me hagas caso, el mensaje inoportuno es el mío. Estoy especialmente sensible. Nada más que decir. Un saludo. N.

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  5. el comentario inoportuno es: "blub"

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  6. ¿No sienten que, por momentos, esto tiende a parecerse a una sesión de psicoterapia grupal?

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  7. Los pies atados a la cintura ??? O_O

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